Capítulo 8 de "El libro de la Mujer. Sobre el Poder de lo Femenino" de Osho.
Maternidad
¿Podrías hablar sobre la responsabilidad, para una mujer, de ser madre?
SER MADRE es una de las mayores responsabilidades que hay en
el mundo. Hay tanta gente en los divanes de los psicoanalistas, y
hay tanta gente loca en los manicomios y fuera de los manicomios.
Si profundizas en la neurosis de la humanidad, siempre encontrarás
a la madre, porque hay tantas mujeres que quieren ser
madres pero no saben cómo serlo. En cuanto la relación entre la
madre y el niño va mal, la vida entera del niño va mal, porque ese
es su primer contacto con el mundo, su primera relación. Todo lo
demás estará en continuidad con ello. Y si el primer paso va mal,
la vida entera va mal...
Una mujer debería hacerse madre sabiendo lo que hace. Estás
tomando una de las mayores responsabilidades que puede tomar
un ser humano.
Los hombres son un poco más libres en ese sentido porque no
pueden tomar la responsabilidad de ser madre. Las mujeres tienen
más responsabilidad. Así que sé madre, pero no des por sentado
que por el mero hecho de ser una mujer eres necesariamente una
madre, eso es una falacia.
La maternidad es un gran arte; tienes que aprenderlo. ¡Así que
empieza a aprenderlo! Me gustaría decirte algunas cosas:
Primero, nunca trates al niño como si fuera tuyo, nunca lo poseas.
Viene a través de ti, pero no es tuyo. Dios te ha usado como
vehículo, como instrumento, pero el niño no es una posesión tuya.
Ámalo, pero nunca poseas al niño. Si la madre empieza a poseer al
niño, entonces se destruye la vida. El niño empieza a ser un prisionero.
Estás destruyendo su personalidad y lo estás reduciendo a una
cosa. Sólo una cosa puede ser poseída: una casa puede ser poseída, un
coche puede ser poseído, nunca una persona. Así que ésta es la primera
lección, prepárate para ella. Antes de que llegue el niño deberías
estar lista para recibirlo como un ser independiente, como una
persona por derecho propio, no simplemente como tu hijo o tu hija.
Y lo segundo: trata al niño como tratarías a una persona adulta.
Nunca trates al niño como a un niño. Trata al niño con profundo
respeto. Dios te ha elegido como anfitriona. Dios ha entrado en tu
ser como huésped. El niño es muy frágil, desvalido. Es muy difícil
respetar al niño. Es muy fácil humillar al niño. La humillación
resulta fácil porque el niño está desvalido y no puede hacer nada,
no puede tomar represalias, no puede reaccionar.
Trata al niño como a un adulto, y con gran respeto. En cuanto
respetas al niño, no tratas de imponerle tus ideas. No tratas de im68
ponerle nada. Simplemente le das libertad, libertad para explorar el
mundo. Le ayudas a hacerse más y más poderoso en la exploración
del mundo, pero nunca le das instrucciones. Le das energía, le das
protección, le das seguridad, todo lo que necesite, pero le ayudas a
alejarse de ti para explorar el mundo.
Y, por supuesto, la libertad incluye también el error. Es muy difícil
para una madre aprender que cuando das libertad al niño no se
trata sólo de libertad para el bien. Es también necesariamente la
libertad para hacer mal, para cometer errores. Así que haz que el
niño esté alerta, sea inteligente, pero nunca le des mandamientos,
nadie los cumple, y la gente se vuelve hipócrita. Así que si realmente
amas al niño, lo que hay que recordar es: nunca, nunca le
ayudes de forma alguna, nunca le fuerces de forma alguna a volverse
hipócrita.
Y lo tercero: no escuches a la moralidad, no escuches a la religión,
no escuches a la cultura, escucha a la naturaleza. Todo lo que es
natural es bueno, incluso si a veces te resulta muy difícil, muy incómodo.
Porque no te han educado según la naturaleza. Tus padres
no te educaron con verdadero arte, amor. Fue algo accidental. No repitas
los mismos errores. Muchas veces te sentirás muy incómoda...
Por ejemplo, un niño pequeño comienza a jugar con sus órganos
sexuales. La tendencia natural de la madre es parar al niño,
porque le han enseñado que eso está mal. Incluso si siente que no
hay nada malo en ello, si hay alguien presente se siente un poco
avergonzada. ¡Siéntete avergonzada! Ese es tu problema; no tiene
nada que ver con el niño. Siéntete avergonzada. Incluso si pierdes
respetabilidad en la sociedad, piérdela, pero nunca interfieras con
el niño. Deja que la naturaleza siga su curso. Tú estás ahí para facilitar
lo que la naturaleza vaya desarrollando. Tú no eres quién
para dirigir a la naturaleza. Estás ahí para ayudar.
Así son estas tres cosas... y empieza a meditar. Antes de que nazca
el niño deberías entrar todo lo profundamente que puedas en la
meditación.
Cuando el niño está en tu vientre, cualquier cosa que haces va
continuamente al niño como vibración. Si estás enfadada, tu estómago
tiene la tensión de la ira. El niño lo siente inmediatamente.
Cuando estás triste, tu estómago tiene la atmósfera de la tristeza.
Inmediatamente el niño se siente apagado, deprimido.
El niño depende totalmente de ti. Del humor que estés tú, de ese
humor está el niño. Ahora mismo el niño no tiene independencia.
Tu atmósfera es su atmósfera. Así que no más peleas, no más
enfados. Por eso digo que ser madre es una gran responsabilidad.
Tendrás que sacrificar muchas cosas.
Ahora, durante los siete meses que vienen tienes que estar muy,
muy alerta. El niño es más importante que ninguna otra cosa. Si
alguien te insulta, acéptalo, pero no te enfades.
Di: «Estoy embarazada, y el niño es más importante que enfadarme
contigo. Este episodio pasará y a los pocos días no
recordaré quién me ha insultado y lo que he hecho. Pero el niño
va a estar al menos setenta, ochenta años en el mundo. Es un
gran proyecto.» Si quieres, puedes tomar nota de ello en tu
diario. Cuando nazca el niño, entonces te puedes enfadar, pero no
ahora mismo. Simplemente di: «Soy una madre embarazada. No
me puedo enfadar, no está permitido.» Esto es lo que yo llamo
comprensión sensible.
No más tristeza, no más ira, no más odio, no más peleas con tu
pareja. Ambos tenéis que cuidar del niño. Cuando hay un niño, vosotros
dos sois secundarios; el niño tiene todas las preferencias.
Porque va a nacer una nueva vida... y va a ser vuestro fruto.
Si ya desde el principio entra en la mente del niño ira, odio,
conflicto, entonces estáis causándole el infierno. Sufrirá. Entonces
es mejor no traer al niño al mundo. ¿Para qué traer un niño al sufrimiento?
El mundo está en un sufrimiento tremendo.
En primer lugar, traer un niño a este mundo es algo muy
arriesgado. Pero incluso si quieres hacerlo, al menos trae a un niño
que será totalmente diferente en este mundo, que no será desgraciado,
que al menos contribuirá a que el mundo tenga un poco más
de celebración. Traerá un poco más de festividad al mundo... un
poco más de risa, amor, vida.
Así que durante estos días, celebra. Baila, canta, escucha música,
medita, ama. Sé muy suave. No hagas nada apresurado, con prisa.
No hagas nada con tensión. Hazlo lentamente. Aminora el paso
absolutamente. Va a llegar un gran huésped, tienes que recibirlo.
God Is Not For Sale, cap 6
¿Cómo puedo cumplir mejor mi deber como madre?
No lo consideres un deber. Uno tiende a considerarlo un deber, y el
día que lo consideras un deber, algo muere, algo con un valor
inmenso desaparece. La relación se ha roto. Considéralo una celebración.
El niño es un regalo de Dios. Sé respetuosa con el niño,
no sólo amorosa, sino también respetuosa. Si no hay respeto, el
amor se vuelve posesivo. Si hay respeto, ¿cómo vas a poseer?
No puedes poseer a alguien a quien respetas. La idea misma es fea,
irrespetuosa. Poseer a una persona significa reducirla a una cosa.
Y una vez que el niño es tu posesión, te sientes cargada. Entonces
hay un deber que cumplir, y luego las madres hablan durante toda
su vida de cuánto han hecho.
Una madre verdadera nunca dirá una sola palabra sobre lo que ha
hecho, y no sólo no lo dirá: nunca siente que lo haya hecho. Lo
ha disfrutado; se siente agradecida al niño. No es sólo el nacimiento
del niño: simultánea-mente tú naces de una forma nueva,
la madre nace. Un aspecto es el nacimiento del niño; otro aspecto
es que ha nacido tu maternidad. El niño te ha transformado
tremendamente. Te ha dado algo. Ya no eres la misma persona.
Hay una gran diferencia entre una mujer y una madre.
Así que sé amorosa, sé respetuosa, y ayúdale a crecer de tal
forma que no le pongas trabas. Desde este mismo momento, desde
el mismo comienzo, hay que estar alerta sobre esto. Y recuerda
no repetir el mismo patrón que has aprendido de tu madre.
Eso es muy natural porque eso es lo que sabes sobre cómo debe
ser una madre, y repetirás con tu niño la conducta de tu madre,
y eso será un error. Sé absolutamente nueva. Olvídate de todo lo
que has aprendido de tu madre; no sigas eso. Sé completamente
nueva, responde de forma nueva. Escucha las necesidades de tu
niño y responde con unas cuantas nociones absolutamente certeras.
Una de ellas es: da amor, pero nunca des una estructura. Da
amor, pero nunca des un carácter. Da amor, pero la libertad tiene
que permanecer intacta. El amor no debería ser una invasión de su
libertad. Nadie piensa en la libertad de un niño pequeño, pero
¿cuándo pensarás en ello? Mañana seguirá siendo pequeño..., ¿pasado
mañana...? De hecho, la madre nunca considera a su hijo o
hija como una persona adulta capaz de ser libre. Nunca. Porque la
distancia entre tú y el hijo o hija siempre seguirá siendo la misma.
Si es una distancia de veinte años, seguirá siendo de veinte años.
Así que desde este mismo momento, desde el mismo comienzo, sé
respetuosa y dale libertad.
Y si a veces llora, no es necesario preocuparse por ello. Deja que
llore, déjalo solo un poco. No es necesario correr siempre y estar
siempre atenta para servirle. Eso parece amor, pero en realidad
estás interfiriendo en su libertad. Puede que no necesite leche; a
veces un niño simplemente llora. Un niño simplemente disfruta
llorando, esa es su única forma de expresarse. No tiene lenguaje,
ese es su lenguaje; grita, llora. Deja que llore, no hay nada de malo
en ello. Está intentando relacionarse con el mundo. No trates de
consolarlo, no le des el pecho inmediatamente. Si no tiene hambre,
darle el pecho es como una droga.
Las madres usan sus pechos como una droga, ¿mm? El niño
empieza a beber, se olvida de llorar y se duerme. Es cómodo, pero
has empezado a invadirle. Si no quiere la leche, si no está anhelándola,
déjalo. Entonces nunca necesitará ninguna terapia esencial.
Las personas que gritan en la terapia esencial son las personas
con las que se interfirió durante su infancia y nunca se les
permitió gritar.
Permíteselo todo y deja que sienta que es él mismo. Déjale más y
más que sienta que es él mismo; interponte menos y menos en
su camino. Ayúdale, nútrelo, pero deja que crezca por sí mismo.
Incluso a veces, cuando sientas que va mal, no eres quien para juzgar.
Si va mal en tu opinión, esa es sólo tu opinión. Eso es lo que
tú piensas. Puede que no vaya mal.
Él no está aquí en este mundo para seguir tu opinión. Y es muy
fácil imponerle tus opiniones porque él está desvalido. Su supervivencia
depende de ti; tiene que escucharte. Si dices: «No hagas
eso», incluso si quiere hacerlo y se siente bien haciéndolo, tendrá
que parar, porque es arriesgado ir contra ti.
Una madre verdadera permitirá a su niño tanta libertad que,
incluso si quiere ir contra su opinión, se lo permitirá. Simplemente
díselo con claridad: «En mi opinión eso no está bien, pero eres
libre para hacerlo.» Déjale que aprenda con su propia experiencia.
Así es como uno se hace realmente maduro; de otra forma la gente
sigue siendo infantil. Crecen en edad, pero no crecen en su
conciencia. De forma que su edad física puede ser de cincuenta
años, y su mente quizá es de sólo once, diez, doce años o algo así.
Trece años es la edad mental media de la gente. Eso significa que
dejan de crecer a esa edad, y esa es la media. En el cálculo de esa
media se incluye a Albert Einstein y a los Budas y a los Cristos. Si
piensas en personas reales, su edad mental es muy baja. Viene a ser
de unos siete u ocho años; alrededor de los siete años el niño se
para. Y nunca crece, simplemente sigue.
Dale tu amor, comparte tu experiencia, pero nunca le impongas
nada. Y entonces crecerá y será una bella persona. Don't Look Befare
You Leap, cap. 30.
Cuando di a luz a mi primer hijo, sentí que y o también estaba
naciendo de alguna manera. ¿Puedes hablar sobre el nacimiento
de una madre?
Siempre que nace un niño, no sólo nace el niño -esa es una parte del
asunto-; también la madre nace. Antes era una mujer corriente;
mediante el nacimiento se convierte en una madre. Por una parte
nace el niño; por la otra, nace la madre. Y una madre es totalmente
diferente a una mujer. Existe una diferencia, toda su existencia se
vuelve cualitativamente diferente. Antes puede que fuera una
esposa, una amada, pero de pronto eso ya no es importante. Ha
nacido un niño, ha llegado un nuevo tipo de vida: es madre.
Es por eso por lo que los maridos siempre tienen miedo a los
niños. Básicamente nunca les gustan los niños porque un tercer
miembro entra en la relación; y no sólo entra, sino que este tercer
miembro se convierte en el centro. Y después de eso la mujer
ya nunca es la misma esposa, es diferente. Después de eso, si un
marido quiere realmente amor tiene que volverse como un hijo,
porque esta mujer que se ha vuelto madre ya nunca puede ser una
esposa corriente otra vez. Se ha vuelto madre, ya no hay nada que
hacer. Lo único que te queda es volverte como un hijo para ella.
Esta es la única manera en que puedes conseguir su amor de nuevo;
de otra forma, su amor se dirigirá a su hijo. The Mustard Seed: My
Most Loved Cospel on Jesús, cap. 18..
Cuando una mujer se hace madre, le sucede algo tremendamente
significativo. Para una mujer es casi como un nuevo nacimiento.
Es algo que resulta muy difícil de comprender para un
hombre a no ser que sea creativo. Si él ha dado a luz una pintura
o poema, entonces quizá pueda hacerse una pequeña idea. Cuando
un poeta ha dado a luz un poema, se siente tremendamente feliz.
Nadie puede comprender lo que ha sucedido simplemente por
componer un poema. Pero no es sólo un poema. Había mucha agitación
en su interior, y el poema ha clarificado muchas cosas.
Pero eso no es nada comparado con una mujer que se ha hecho
madre, nada. Un poema es un poema: en el momento en que nace
ya está muerto. Cuando está dentro del poeta tiene vida; en el
momento en que se lo expresa es un mueble muerto. Puedes colgarlo
en la pared. Puedes tirarlo a la basura o hacer lo que quieras,
pero ya no está vivo.
Cuando una mujer da a luz un niño, es vida. Cuando mira al niño
a los ojos, mira su propio ser. Cuando un niño empieza a crecer,
ella crece con él. Get Out ofYour Own Way, cap. 3.
Este maratón loco, dulce, delicioso, totalmente absorbente y
físicamente agotador que se llama maternidad... Desde que esta
bola de fuego llegó a nosotros -hace ahora casi dos años-, no
ha habido ni una sola noche con sueño no interrumpido, ni
un solo día de descanso. Y la sensación de que no hay nada
más importante que simplemente estar presente para él, y
muy a menudo sintiéndome inadecuada, tensa y cansada.
¿Dónde cabe la risa en todo esto? ¿Socorro!
Dar a luz un niño es una cosa, ser madre es totalmente distinto.
Cualquier mujer puede dar a luz un niño; este es un fenómeno
muy simple. Pero para ser una madre se necesita mucho arte, se
necesita mucho entendimiento.
Estás creando un ser humano, ¡esta es la mayor de las creaciones!
La mujer pasa por esos nueve meses de agonía y éxtasis. ¡Y el
trabajo aún no se ha acabado! De hecho, es entonces cuando el trabajo,
el verdadero trabajo, comienza, cuando nace el niño. Y el
niño trae de nuevo una cualidad fresca a la vida. Todo niño es primitivo,
un bárbaro; ahora la madre tiene que civilizarlo. Todo niño
es un bárbaro; recuerda: es un animal salvaje. Y la madre tiene que
darle cultura, tiene que enseñarle las formas de vida, las formas
humanas. Es un trabajo enorme.
Tienes que recordar que tu trabajo no ha terminado, acaba de
empezar. ¡Tómatelo con alegría! Estás creando algo inmensamente
valioso, estás tallando una vida, estás protegiendo una vida. Es
un trabajo tal que no hay sacrificio excesivo, cualquier sacrificio se
puede y se debe hacer. Esto es lo primero.
Lo segundo: no te lo tomes muy en serio, porque si no destruirás
al niño. Tu seriedad se volverá destructiva. ¡Hay mucha
responsabilidad! Pero hay que tomársela como un juego. Trata al
niño como si fuera un instrumento musical. Que ahora el niño
sea tu instrumento. Trátalo con mucho cuidado, pero a la vez
como un juego. Si te pones muy seria, el niño empezará a sentir
tu seriedad y quedará abrumado y paralizado. No agobies al niño;
no empieces a sentir que estás haciendo algo grande por él. Cuando
digo que estás haciendo algo grande, quiero decir que te lo estás
haciendo a ti misma. Ayudando al niño a crecer y volverse un
bello ser humano, un buda, te estarás volviendo la madre de
un buda. No estarás complaciendo al niño: simplemente estarás
disfrutando tu propia vida; tu propia vida se volverá una fragancia
a través del niño.
Es una oportunidad, una oportunidad que te da Dios.
Y estos son los dos peligros: o descuidas al niño, te cansas de él,
o te lo tomas demasiado en serio y empiezas a agobiarlo, a ponerle
en deuda contigo. Ambas actitudes son erróneas. Ayuda al niño,
pero simplemente por la alegría que ello te proporciona. Y nunca
pienses que está en deuda contigo. Por el contrario, siéntete
agradecida de que te haya elegido para ser su madre. Que tu maternidad
florezca a través de él.
Si puedes florecer en tu maternidad, te sentirás agradecida al niño
para siempre.
Y, naturalmente, no faltarán los sacrificios, pero hay que hacerlos...
con alegría. ¡Sólo entonces es un sacrificio! Si lo haces sin
alegría, no es un sacrificio. Sacrificio viene de la palabra «sacro».
Cuando lo haces con alegría, es sagrado. Cuando no lo haces con
alegría, simplemente estás cumpliendo una obligación, y todas las
obligaciones son feas, no son sagradas.
Esta es una gran oportunidad. Medita sobre ella, profundiza en ella.
Nunca encontrarás una relación semejante; de hecho, no existe
ninguna como la que hay entre un niño y una madre. Ni siquiera
la de marido y mujer, amante y amado o amada, la relación no es
tan profunda como entre madre e hijo. No puede ser nunca tan
profunda con nadie más, porque el niño ha vivido en ti durante
nueve meses, como parte de ti; nadie más puede vivir en ti durante
nueve meses como parte de ti.
Y el niño se volverá un individuo separado tarde o temprano, pero
en alguna parte profunda del inconsciente la madre y el hijo o
hija permanecerán conectados.
Si tu hijo o hija se puede volver un buda, tú te beneficiarás de ello;
si crece y se vuelve un bello ser humano, tú te beneficiarás de
ello, porque siempre permanecerá conectado contigo. Sólo la
conexión física se ha desconectado; la conexión espiritual no se
desconecta nunca.
¡Da gracias a Dios! La maternidad es una bendición. Walk Without
Feet, Fly Without Wings and think Without Mind.
¿Puedes hablar sobre las cualidades maternales de una mujer?
Buda dice: «Ser madre es dulce.» ¿Por qué? Dar a luz a un niño no
es suficiente para ser una madre, recuerda. De otra forma, hay
millones de madres en la Tierra, y parece que no hay dulzura. De
hecho, si preguntas a los psicólogos te dirán justo lo contrario. Te
dirán que el único problema que hay que solucionar es la madre.
La única patología que sufren millones de personas es la madre. Y
lo que dicen lo dicen tras cincuenta, sesenta años de continuo
análisis de miles de personas. La enfermedad de todo el mundo
tiene un punto básico: que te ha sido dada, que te ha sido
transmitida por tu madre.
Hay personas que tienen miedo a las mujeres, y si les tienes
miedo no puedes amarlas. ¿Cómo va a surgir amor del miedo? ¿Y
por qué tienes miedo a las mujeres?, porque has vivido tu infancia
con miedo a tu madre. Ella estaba continuamente detrás de ti,
ella te estaba martilleando continuamente. Te decía continuamente
que hicieras esto y que no hicieras aquello, por supuesto,
por tu propio bien. Ella te ha lisiado, ha destruido muchas cosas
en ti. Te ha hecho falso porque te ha dicho lo que se debe hacer.
Te guste o no, surja espontáneamente en ti o no, tienes que obedecer
la orden. Y tú estabas tan desvalido... tu supervivencia dependía
de tu madre, así que tenías que escucharla. Ella te ha condicionado.
Y es a causa del miedo a tu madre que tienes miedo a
las mujeres.
Millones de maridos están dominados por sus mujeres por la
sencilla razón de que sus madres eran demasiado fuertes. No tiene
nada que ver con la esposa; simplemente están proyectando a
la madre en la esposa. La esposa es sólo una nueva edición de la
madre. Están esperando de la esposa todo lo que esperaban de
la madre. Por un lado, esto los paraliza; por el otro, empiezan a esperar
cosas que no son posibles por parte de la esposa, porque ella
no es tu madre. Y se sienten frustrados. ¿Cómo vas a poder hacer
el amor a tu esposa?
Un muchacho que ha estado realmente dominado por su madre,
que ha sido reducido a la obediencia absoluta, no podrá hacer el
amor a una mujer, porque cuando se acerque a la mujer psicológicamente
se volverá impotente. ¿Cómo vas a poder hacer el
amor a tu madre? Es imposible.
Por eso, muchos hombres se vuelven impotentes con sus
mujeres, pero sólo con sus mujeres. Con las prostitutas no son
impotentes. Es extraño: ¿por qué no son impotentes con la prostituta?
Por la sencilla razón de que no pueden pensar en su madre
como una prostituta; eso es imposible. ¿Su madre, una prostituta?
La prostituta es un mundo aparte. Pero sí pueden pensar en
su esposa como una madre, pueden proyectar a la madre. La esposa
se vuelve simplemente una pantalla. Quieren que su esposa los
cuide como a un niño pequeño, y si no lo hace se sienten ofendidos.
Hay miles de personas neuróticas y psicóticas en el mundo a causa de
la madre.
Y Buda dice: «Ser madre es dulce.» Debe querer decir otra cosa.
¡No puede referirse a las madres judías! No se refiere sólo a dar a
luz a un niño; eso no hace que una mujer sea una madre. Ser
maternal es un fenómeno totalmente diferente. Es algo absolutamente
humano; trasciende la animalidad. No tiene nada que ver
con la biología. Es amor, amor puro, amor incondicional.
Cuando una madre ama incondicionalmente -y sólo una madre
puede amar incondicionalmente-, el niño aprende el gozo del amor
incondicional. El niño se vuelve capaz de amar incondicionalmente.
Y ser capaz de amar incondicionalmente es ser religioso.
Y es lo más fácil para una mujer. Es fácil para ella porque está
preparada para ello naturalmente. Ella está a punto de trascender la
biología al ser madre. Puedes ser maternal sin dar a luz a un niño.
Puedes ser maternal con cualquiera. Puedes ser maternal con un
animal, con un árbol. Puedes ser maternal con cualquier cosa. Es
algo que hay en ti.
Ser maternal significa ser capaz de amar incondicionalmente, de
amar a alguien por el puro gozo de amar, de ayudar a alguien por el
puro gozo de ver a alguien crecer.
Un terapeuta auténtico es una madre. Si no lo es, no es un terapeuta
auténtico. Es sólo un profesional que explota a la gente, que los
explota porque sufren. Pero un terapeuta auténtico es una madre. Se
convierte en un útero para el paciente. Da un nuevo nacimiento al
paciente. Empieza la vida del paciente de nuevo desde el principio. Le
da una hoja en blanco para que escriba su vida de nuevo.
A eso me refiero cuando hablo de «la psicología de los budas»; eso
es terapia auténtica. Un maestro es un terapeuta auténtico; su
mera presencia es terapéutica. Te rodea como una madre. Es una
nube que te rodea por todas partes, por todos lados, en todas las
dimensiones, como una madre. The Dhammapada: The Way ofthe Buddha,
vol. 9, cap. 7.
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