Recuerdos
En La Atlántida De Itzen Caan - 6ª Parte
“Kan” Dragón (Serpiente Solar) decodificado en la
Lápida de Kukulkan en Nakan (Palenque).
Alejarnos
de nuestra amada Tierra Nakan y dejar en ella todos nuestros recuerdos y
grandeza atlante, no fue fácil. Nos propusimos por ello tratar de continuar
nuestra vida en aquellas nuevas regiones del otro lado del océano, de la manera
lo más semejante posible a lo que tuvimos en Atlántida para no olvidar nuestros
principios, nuestras leyes, nuestro origen y todo el sagrado conocimiento que
nos levantó como el gran imperio que en algún tiempo fuimos:
“EL IMPERIO DEL DRAGON”
El “Imperio de Kan”, “Imperio del Dragón” o “Serpiente Solar” fue una dinastía de gran nobleza, de fuertes principios, profundo conocimiento y un poderío reconocido y extendido en vastas regiones más allá de las fronteras del continente atlante. Pero poco a poco la maldad y el desequilibrio se infiltraron en él y de aquel potente imperio solo quedaron algunos grabados en los Templos Sagrados como prueba y testimonio de que nuestra historia fue real, de que nuestro imperio….¡En verdad existió!.
Nuestra sagrada ciudad “Na Kan” fue reconocida de modo popular con el adjetivo de “Tierra Roja”, pero “KAN” fue el Título Imperial y se le puede ver grabado en la misma ciudad, sobre la Lápida del Kinich Uaxac Ahau Kukulkan.
En la parte central superior de la lápida bajo el Templo de las Inscripciones, se encuentra una cruz que en un nivel de decodificación primario se alza a manera de “obelisco” o “estandarte”. Se ve en su parte alta central la cruz abierta que significa “U-Luumil” “El Imperio de”, y rodeando este símbolo se encuentra la “Gran Serpiente Solar o Dragón”, lo que en conjunto compone el título del “Imperio de la Serpiente Solar” o “Imperio del Dragón”.
“Kan” es el nombre de la serpiente solar o dragón, y fue éste el término utilizado entonces como título imperial agregado a los nombres de los Reyes o Nobles de aquella región atlante.
“EL IMPERIO DEL DRAGON”
El “Imperio de Kan”, “Imperio del Dragón” o “Serpiente Solar” fue una dinastía de gran nobleza, de fuertes principios, profundo conocimiento y un poderío reconocido y extendido en vastas regiones más allá de las fronteras del continente atlante. Pero poco a poco la maldad y el desequilibrio se infiltraron en él y de aquel potente imperio solo quedaron algunos grabados en los Templos Sagrados como prueba y testimonio de que nuestra historia fue real, de que nuestro imperio….¡En verdad existió!.
Nuestra sagrada ciudad “Na Kan” fue reconocida de modo popular con el adjetivo de “Tierra Roja”, pero “KAN” fue el Título Imperial y se le puede ver grabado en la misma ciudad, sobre la Lápida del Kinich Uaxac Ahau Kukulkan.
En la parte central superior de la lápida bajo el Templo de las Inscripciones, se encuentra una cruz que en un nivel de decodificación primario se alza a manera de “obelisco” o “estandarte”. Se ve en su parte alta central la cruz abierta que significa “U-Luumil” “El Imperio de”, y rodeando este símbolo se encuentra la “Gran Serpiente Solar o Dragón”, lo que en conjunto compone el título del “Imperio de la Serpiente Solar” o “Imperio del Dragón”.
“Kan” es el nombre de la serpiente solar o dragón, y fue éste el término utilizado entonces como título imperial agregado a los nombres de los Reyes o Nobles de aquella región atlante.
Estandarte que porta los símbolos del “Imperio de Kan”,
“Imperio del Dragón”.
Con
el correr del tiempo el significado de la palabra y título imperial “Kan”
(dragón, serpiente solar) se olvidó, solo se le mencionaba como el nombre de
aquella hermosa y preciada tierra “NaKan” de la cual proveníamos, pero el
concepto maya de serpiente solar, dragón o Imperio del Dragón se perdió y como
tierra o región de “Kan”, quedó tan solo a la posteridad recordada como
“Kan-an”, su gente como “kan-anita” y su lengua el “kan-aneo”, pero sin
recordar absolutamente nada de su historia, significado y origen maya-atlante.
Se rompió así todo lazo con las tierras de occidente, cuna de grandes y sabios
hombres los cuales hicieron florecer para aquel tiempo la maravillosa e
inmortal Epoca Dorada.
El término “Kanan” como tal, hace referencia a algo “precioso y muy estimado”. “Kanaan” es una palabra dada, es una “promesa”, por lo cual vemos que ambos son tan solo adjetivos calificando a la misma región, describiendo o dando referencias de una misma tierra y que es lo que da las variantes a los nombres del mismo lugar. Vemos entonces que Nakan es “Kanan” ese lugar tan preciado, “precioso y estimado” y de tanto valor en nuestras vidas y recuerdos, y también es “Kanaan” la “promesa” del Gran Espíritu que nos guió hasta ella miles de años atrás. Por lo tanto Kanaan no es el nombre de aquella tierra sino una referencia a la misma, un adjetivo a través del cual se le llama “la Tierra Prometida”, y esta tierra era “Pakal” el “Paraíso” en herencia Divina, la Atlántida donde se levantara “Na kan” el “Imperio del Dragón”.
En el texto bíblico (Vulgata Latina, 1877) esta tierra es también llamada “Chanaan”, a la que posteriormente nombrarían “Palestina”; Chanaan viene del término “Chan” que al igual que “Kan” significa “serpiente” y el posterior nombre que le dan (Palestina) proviene de las palabras griegas “Philistins” o “Palestins” que quiere decir “extranjeros”. Todo esto como se puede deducir hace referencia inconfundible a una gente, unos extranjeros provenientes de una “Tierra de la Serpiente” “Na-Kan”, “Can-an”, “Na-Chan” o “Chan-aan”.
Ya en tierras extranjeras, después de algún tiempo nos adaptamos a esos nuevos lugares y gentes, los cuales nos aceptaron con agrado al conocer que éramos pacíficos y el alto nivel de desenvolvimiento artístico que poseíamos, a más de nuestro grande conocimiento en medicina, astrología, numerología y escritura. Como “Toltekas”, es decir como “Artesanos”, nuestra fama se extendió rápidamente y en ello se fincó nuestro sustento a través del intercambio, del comercio. Fueron grandemente apreciadas nuestras artesanías pero sobre todo fuimos populares por trabajar con maestría los tintes de exquisita belleza; por esto mismo los Griegos nos dieron el calificativo con el cual hasta la actualidad más se nos recuerda: “los Fenicios” “los Rojos” (navegantes atlantes por excelencia) por el mismo conocimiento de que proveníamos de la Tierra a la cual en su lengua llamaban “Fenicia” “Ciudad Roja” o “Tierra Roja” (“Fenicia” de la raíz griega “Phoenix” = “Rojo”); además por que trabajábamos la cochinilla, el múrice, el buccino, y la púrpura con gran habilidad.
El término “Kanan” como tal, hace referencia a algo “precioso y muy estimado”. “Kanaan” es una palabra dada, es una “promesa”, por lo cual vemos que ambos son tan solo adjetivos calificando a la misma región, describiendo o dando referencias de una misma tierra y que es lo que da las variantes a los nombres del mismo lugar. Vemos entonces que Nakan es “Kanan” ese lugar tan preciado, “precioso y estimado” y de tanto valor en nuestras vidas y recuerdos, y también es “Kanaan” la “promesa” del Gran Espíritu que nos guió hasta ella miles de años atrás. Por lo tanto Kanaan no es el nombre de aquella tierra sino una referencia a la misma, un adjetivo a través del cual se le llama “la Tierra Prometida”, y esta tierra era “Pakal” el “Paraíso” en herencia Divina, la Atlántida donde se levantara “Na kan” el “Imperio del Dragón”.
En el texto bíblico (Vulgata Latina, 1877) esta tierra es también llamada “Chanaan”, a la que posteriormente nombrarían “Palestina”; Chanaan viene del término “Chan” que al igual que “Kan” significa “serpiente” y el posterior nombre que le dan (Palestina) proviene de las palabras griegas “Philistins” o “Palestins” que quiere decir “extranjeros”. Todo esto como se puede deducir hace referencia inconfundible a una gente, unos extranjeros provenientes de una “Tierra de la Serpiente” “Na-Kan”, “Can-an”, “Na-Chan” o “Chan-aan”.
Ya en tierras extranjeras, después de algún tiempo nos adaptamos a esos nuevos lugares y gentes, los cuales nos aceptaron con agrado al conocer que éramos pacíficos y el alto nivel de desenvolvimiento artístico que poseíamos, a más de nuestro grande conocimiento en medicina, astrología, numerología y escritura. Como “Toltekas”, es decir como “Artesanos”, nuestra fama se extendió rápidamente y en ello se fincó nuestro sustento a través del intercambio, del comercio. Fueron grandemente apreciadas nuestras artesanías pero sobre todo fuimos populares por trabajar con maestría los tintes de exquisita belleza; por esto mismo los Griegos nos dieron el calificativo con el cual hasta la actualidad más se nos recuerda: “los Fenicios” “los Rojos” (navegantes atlantes por excelencia) por el mismo conocimiento de que proveníamos de la Tierra a la cual en su lengua llamaban “Fenicia” “Ciudad Roja” o “Tierra Roja” (“Fenicia” de la raíz griega “Phoenix” = “Rojo”); además por que trabajábamos la cochinilla, el múrice, el buccino, y la púrpura con gran habilidad.
Nakan, Canan, Tlapallán, Palátquapi, la Fenicia.….
“Tierra Roja”…..Palenque.
La
Fenicia “Ciudad Roja” que conoce la historia moderna en el Oriente, no es la
original tierra que formó nuestra raza Kananita como grandes artesanos y
marinos, como precursores de la escritura, como raza madre protagonista de la
Época Dorada. Nuestra tierra natal, la madre de nuestros sagrados antepasados,
la Fenicia original, la “Tierra Roja” “Palátquapi”, se formó del lado
occidental del Atlántico como parte de la legendaria Atlántida. La actual
localización que dan a la tierra de Kanan o a Fenicia es tan solo el rastro de
la continuidad de nuestras vidas, cuando tuvimos que abandonar la grandeza de
nuestra tierra e imperio atlante, sabiendo que pronto desaparecería por
completo en una secuencia de desastres que terminaría hundiéndola en el mar
casi en su totalidad. Ahí, en oriente, reiniciábamos nuestras vidas por segunda
vez e intentábamos renacer y reconstruir lo que fuimos y tuvimos. La Fenicia o
Kanan actual, fue por tanto nuestra segunda patria, la simple sombra de una
realidad pasada, de una verdad perdida en el tiempo a miles de kilómetros de
distancia.
Los Hopi en Arizona, recuerdan aún nuestra amada tierra natal con el nombre de “Palatquapi” “Tierra Roja”, misma que en su época de esplendor tenía las fachadas de los templos decoradas, pintadas en fondo rojo; por esto mismo en la leyenda de Quetzalcóatl (Kukulkán) se le conoce como “Tlapallán” “la Tierra del color rojo”, el lugar al que se retiró en su destierro voluntario el Kinich Uaxac Ahau Kukulkan. En la historia del Génesis Bíblico se le llama “Kanaan” término que proviene del hebreo Kеna’an que deriva de la raíz “kinahhu” que significa “rojo púrpura”; los Kananitas o Kananeos por lo tanto, éramos la gente que provenía de este lugar llamado “Kan an” “la Tierra de Serpiente o Imperio del Dragón”, la “Fenicia” “Ciudad Roja” occidental, “Palátquapi” la “Tierra Roja”.
Los pueblos semíticos hablaban el kan-aneo antiguo. El kan-aneo es reconocido como una lengua madre la cual se hablaba unificadamente en gran parte del globo, de ella se derivan lenguas orientales como el fenicio, arameo, hebreo, el griego y el egipcio. En relación a esta lengua madre en el Popol Vuh se cuenta cómo en el origen era efectivamente una sola lengua la que se hablaba:
“…..Todos los hombres se entendían entre sí. Eran tiempos en que ningún hombre adoraba las piedras de los bosques como si fueran dioses y todos conservaban el recuerdo del Creador, del Formador, del Corazón del Cielo y del Corazón de la Tierra.”
Pero también nos habla de cómo posteriormente esta unicidad en el habla se perdió:
“…..Ocurrió que se les cambió el lenguaje y comenzaron a hablar de diferente manera: fue la confusión de lenguas y al regresar de Tulan-Zuiva (Tulan=Tollan=Otlana) ya no se entendían entre sí. Los pueblos se dividieron y unos se dirigieron hacia Oriente y otros regresaron aquí.” “Allá surgieron así hombres negros y hombres blancos; hombres de muchas clases y hombres de muchas lenguas, tantas que causaba admiración oírlas.”
Era el kan-aneo antiguo esta lengua con la cual en el pasado remoto todos los hombres se entendían entre sí, como lo cuenta el Popol Vuh; era la lengua que se hablaba en la “Tierra o Imperio de Kan” , en toda la región llamada “Paraíso” “Pakal”….la Atlántida.
En el Valle de México fueron encontradas por Niven miles de tablillas de piedra grabadas que contienen símbolos de la escritura Kananea o Fenicia. También encontró cabezas esculpidas las cuales al analizarlas el Coronel James Churchward afirmó que eran rostros semíticos y que los escritos en algunas de las placas son idénticos en sus conceptos religiosos a los de Babilonia; esta afirmación se entiende bien fundamentada cuando se observa la identidad y continuidad de los grabados mayas y los cananeos y sumerios; hay muchos símbolos similares entre ellos.
Como narré al principio, entre nuestra gente vivieron también algunos con malas costumbres, con carácter agresivo y mente oscura; por grupos de ellos que también lograron cruzar el océano como nosotros, el nombre de Kananeos o Kananitas aparece en diversos escritos con mala reputación. Sin embargo, las buenas costumbres de nuestra gente en su generalidad nos ganó la aceptación y confianza de los nativos en tierras nuevas, y fue aceptado de tal manera nuestro conocimiento que con el tiempo lo adaptaron al suyo en una fusión y en algunos casos, en sustitución total; como ejemplo de ello fue nuestra escritura, nuestro alfabeto.
Mención a “Na Kan” lo encontramos también en otra parte de la misma ciudad sagrada. Grabado en el sarcófago del Rey Uaxac Ahau Kukulkan (lado sur) entre los jeroglíficos que lo circundan:
Los Hopi en Arizona, recuerdan aún nuestra amada tierra natal con el nombre de “Palatquapi” “Tierra Roja”, misma que en su época de esplendor tenía las fachadas de los templos decoradas, pintadas en fondo rojo; por esto mismo en la leyenda de Quetzalcóatl (Kukulkán) se le conoce como “Tlapallán” “la Tierra del color rojo”, el lugar al que se retiró en su destierro voluntario el Kinich Uaxac Ahau Kukulkan. En la historia del Génesis Bíblico se le llama “Kanaan” término que proviene del hebreo Kеna’an que deriva de la raíz “kinahhu” que significa “rojo púrpura”; los Kananitas o Kananeos por lo tanto, éramos la gente que provenía de este lugar llamado “Kan an” “la Tierra de Serpiente o Imperio del Dragón”, la “Fenicia” “Ciudad Roja” occidental, “Palátquapi” la “Tierra Roja”.
Los pueblos semíticos hablaban el kan-aneo antiguo. El kan-aneo es reconocido como una lengua madre la cual se hablaba unificadamente en gran parte del globo, de ella se derivan lenguas orientales como el fenicio, arameo, hebreo, el griego y el egipcio. En relación a esta lengua madre en el Popol Vuh se cuenta cómo en el origen era efectivamente una sola lengua la que se hablaba:
“…..Todos los hombres se entendían entre sí. Eran tiempos en que ningún hombre adoraba las piedras de los bosques como si fueran dioses y todos conservaban el recuerdo del Creador, del Formador, del Corazón del Cielo y del Corazón de la Tierra.”
Pero también nos habla de cómo posteriormente esta unicidad en el habla se perdió:
“…..Ocurrió que se les cambió el lenguaje y comenzaron a hablar de diferente manera: fue la confusión de lenguas y al regresar de Tulan-Zuiva (Tulan=Tollan=Otlana) ya no se entendían entre sí. Los pueblos se dividieron y unos se dirigieron hacia Oriente y otros regresaron aquí.” “Allá surgieron así hombres negros y hombres blancos; hombres de muchas clases y hombres de muchas lenguas, tantas que causaba admiración oírlas.”
Era el kan-aneo antiguo esta lengua con la cual en el pasado remoto todos los hombres se entendían entre sí, como lo cuenta el Popol Vuh; era la lengua que se hablaba en la “Tierra o Imperio de Kan” , en toda la región llamada “Paraíso” “Pakal”….la Atlántida.
En el Valle de México fueron encontradas por Niven miles de tablillas de piedra grabadas que contienen símbolos de la escritura Kananea o Fenicia. También encontró cabezas esculpidas las cuales al analizarlas el Coronel James Churchward afirmó que eran rostros semíticos y que los escritos en algunas de las placas son idénticos en sus conceptos religiosos a los de Babilonia; esta afirmación se entiende bien fundamentada cuando se observa la identidad y continuidad de los grabados mayas y los cananeos y sumerios; hay muchos símbolos similares entre ellos.
Como narré al principio, entre nuestra gente vivieron también algunos con malas costumbres, con carácter agresivo y mente oscura; por grupos de ellos que también lograron cruzar el océano como nosotros, el nombre de Kananeos o Kananitas aparece en diversos escritos con mala reputación. Sin embargo, las buenas costumbres de nuestra gente en su generalidad nos ganó la aceptación y confianza de los nativos en tierras nuevas, y fue aceptado de tal manera nuestro conocimiento que con el tiempo lo adaptaron al suyo en una fusión y en algunos casos, en sustitución total; como ejemplo de ello fue nuestra escritura, nuestro alfabeto.
Mención a “Na Kan” lo encontramos también en otra parte de la misma ciudad sagrada. Grabado en el sarcófago del Rey Uaxac Ahau Kukulkan (lado sur) entre los jeroglíficos que lo circundan:
...“Tz’at Na Kan“ “la sabia casa o tierra de la
serpiente”
Es en
este punto exacto donde muchos velos se descorren en nuestra mente para dejar
ver con claridad el hilo que nos une a nivel humanidad, desde el principio de
la creación hasta el día de hoy, a través de las escrituras sagradas y de la
historia popular, a más de lo grabado en las ciudades arqueológicas. Aquí
encajan muchas ‘verdades’ que caminaban separadas y se unen con gran ilación
borrando lagunas en nuestra historia ancestral. La Kan-an (Canan) bíblica es la
misma Na Kan atlante, nuestra amada “Ciudad Roja” donde viviéramos el último
tiempo de gloria al lado del Avatar y Ave del Paraíso Kukul Kan. Los Kananitas
por lo tanto fuimos todos aquellos provenientes de la natal Atlántida que al
viajar a tierras distantes para reiniciar una nueva vida después de la partida
de nuestro Rey Santo, los nativos de aquellos parajes nos distinguieron con tal
nombre al saber que éramos de la “Tierra o Imperio de Kan” “Na kan”, “la Ciudad
Roja” e “Imperio de la Serpiente Solar o Dragón”.
Mas no olvidemos quien trajo el sagrado conocimiento a la tierra Maya-Atlante: “Ku Kul Kan” el “Dios Sagrado Serpiente”, adjetivo bastante lógico para el soberano de “El Imperio de la Serpiente”.
Mas no olvidemos quien trajo el sagrado conocimiento a la tierra Maya-Atlante: “Ku Kul Kan” el “Dios Sagrado Serpiente”, adjetivo bastante lógico para el soberano de “El Imperio de la Serpiente”.
“…..Dizque a éstos los
Toltecas los fueron dispersando,
cuando se marcharon,
cuando nuestro príncipe Quetzalcóatl (Kukulkan)
se embarcó en el mar para
ir a colocarse
a la tierra del color
rojo…..”
(Códice Florentino, 1979, vol. III, lib. X,
fol. 195 r.)
“…..Ya se va, va a
desaparecer allá en Tlapallán,
El lugar del color rojo.
Allá por Cholula vamos a
pasar,
Por el lugar de las
lluvias,
Junto al Poyauhtécatl,
Señor de la Niebla,
Por el lugar de las
barcas,
Al son de trompetas son
llorados nuestros príncipes.
Ya se va, va a desaparecer
en Tlapallán,
La tierra del color rojo.”
(Cantares Mexicanos, fol. 26 v.)
Difícil será el reubicar en nuestras mentes conceptos tan arraigados referentes
a la historia antigua de nuestros orígenes, sobre todo si ésta ha sido narrada
e implantada a través de ‘conceptos religiosos intocables’, pero que sin
embargo es bien sabido que los mismos líderes religiosos han modificado,
alterado de modo prepotente, injusto e irracional dichos escritos
pertenecientes a los “MISTERIOS SAGRADOS ATLANTES Y LEMUR”, con lo cual han
alterado la verdadera historia, nos han confundido, mentido y mantenido en la
ignorancia y oscuridad bajo la cual conservan su control y poder.
Pero si deseamos ser plenamente libres debemos:
● Buscar la
“Verdad Única”, aquella que nos unifica a nivel humanidad como hermanos de un
origen común, con pruebas tangibles y no cegarnos a través de dogmas.
● No pensar en
el “Conocimiento Universal” como algo religioso sino como simplemente una
“Verdad que es parte natural de la vida”.
La original historia de nuestro pasado, de nuestra creación, es decir nuestro
“Génesis”, está contenida en los Sagrados Misterios Maya Atlánte y Lemur, los
cuales fueron llevados a Oriente y con el paso del tiempo y ya en manos de
líderes religiosos egoístas fueron alterados, borrando de ellos todo lazo con
la “Fuente Original en Occidente”, adquiriendo con ello el poder y dominio pues
al cortar todo rastro o recuerdo tangible de nuestro verdadero origen perdimos
nuestra real identidad humana, y peor aún…..nos separaron.”
“EL GÉNESIS” NO PERTENECE A
NINGUNA RELIGION, SINO A LA HISTORIA ANTIGUA DE TODA LA HUMANIDAD, PUES EL
“GÉNESIS ORIGINAL” DEL CUAL TOMARON Y COPIARON PARA FORMAR EL ACTUAL “GÉNESIS
BÍBLICO”, ESTA CONTENIDO EN LOS SAGRADOS MISTERIOS ATLANTE Y LEMUR”.
¡Despierta humanidad dormida, la Verdad
te hará libre!
Click aquí para leer la 7ª Parte
http://mibudha.blogspot.com.es/2013/05/recuerdos-en-la-atlantida-de-itzen-caan_23.html
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Ascensión,
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